Coincidiendo con el Día de la Mujer, 8 de marzo, el P. Josep de C. Laplana, director del Museo de Montserrat, glosó la importancia histórica de las beguinas como movimiento religioso renovador, exclusivamente femenino, en la Iglesia medieval. Las beguinas eran celosas de su libertad personal, vivían como religiosas en colonias pero sin votos ni fundador reconocido. Algunas de ellas escribieron sus experiencias místicas, usando lenguas vernáculas. Estos escritos, además de su valor místico, son monumentos de la filología germánica de los siglos XII y XIII. La mística de las beguinas se nutría de los textos de los grandes teólogos espirituales de la zona del Rin (Ruysbroeck, Eckhart, Tauler y Suso). De este humus surgieron los movimientos laicales de los Amigos de Dios y, un siglo más tarde, los Hermanos de la Vida Común, laicos y sacerdotes en igualdad de derechos librados a la plegaria, al estudio y a la enseñanza, sin votos religiosos ni fundador. En este contexto predominaba el sentido laical del cristiano y la lectura de la Biblia y de los libros religiosos en lengua vernácula.