En 1928 el insigne historiador y arquitecto Josep Puig i Cadafalch (1867-1956) restauró la iglesia románica de Santa Cecilia de Montserrat con criterios historicistas, imaginando cómo podía ser su interior en función de la liturgia. Los altares de los tres ábsides, cuando no había celebración, permanecían ocultos tras unas cortinas que pendían de tres vigas de madera, y el altar central ostentaba un frontal metálico, inspirado en el dintel de Sant Genís les Fonts (Rosellón), con una inscripción votiva del político Josep Pich i Pon, que sufragó aquellas obras.

El acto inaugural de la restauración de Santa Cecilia de Montserrat tuvo lugar el 30 de agosto de 1931, y estuvo presidido por el abad Antoni M. Marcet y el arquitecto Josep Puig i Cadafalch.

1940. Acabada la Guerra Civil Española, se establecieron en Santa Cecilia de Montserrat dos comunidades de monjas benedictinas procedentes de Mataró y de Santa Clara de Barcelona, que se fusionaron en una sola, la actual de San Benito de Montserrat, que residió en Santa Cecilia hasta 1954.

1954-2000. Durante estos cincuenta años la comunidad de Montserrat utilizó Santa Cecilia como lugar de acogida de grupos y convivencias especialmente para jóvenes.